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El último otoño de Sara: Una historia sobrenatural
El último otoño de Sara: Una historia sobrenatural
El último otoño de Sara: Una historia sobrenatural
Libro electrónico460 páginas6 horas

El último otoño de Sara: Una historia sobrenatural

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Información de este libro electrónico

Sara perdió la voz a los cinco años. Desde entonces, su vida y la de su madre, Ana, se llenaron de silencios, de preguntas sin respuesta y de noches demasiado largas.Cuando todo parece hundirse, ambas emprenden un viaje desde Colombia hasta Francia, buscando empezar de nuevo. Pero hay heridas que no entienden de fronteras, y hay presencias que tampoco.El último otoño de Sara es una historia profundamente humana que mezcla el amor maternal, el duelo, la esperanza y lo inexplicable. Es una novela que se mueve entre lo cotidiano y lo sobrenatural, donde la ternura convive con el miedo y lo fantástico se filtra por las rendijas de una vida real.Juan Carlos Valencia Cortés nos invita a entrar en una historia que toca lo más esencial del alma: el vínculo entre madre e hija, la fuerza de la resiliencia y esa necesidad de comprender lo que no siempre se puede explicar. Porque a veces, cuando todo parece estar perdido, lo imposiblesucede... y el otoño deja de ser un final.
IdiomaEspañol
EditorialLetrame Grupo Editorial
Fecha de lanzamiento28 oct 2025
ISBN9791370292188
El último otoño de Sara: Una historia sobrenatural

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    El último otoño de Sara - Juan Carlos Valencia

    Imagen de portada

    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © Juan Carlos Valencia Cortés

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: Juan Muñoz Céspedes

    Diseño de cubierta: Rubén García

    Supervisión de corrección: Celia Jiménez

    ISBN: 979-13-7029-218-8

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    Prólogo

    Hay historias que no se escriben con tinta, sino con cicatrices. La de Sara y Ana es una de ellas. Una madre y una hija unidas por el amor más feroz y por un silencio que duele más que cualquier palabra. Cuando la vida se rompe, cuando la pérdida lo cambia todo, a veces solo queda hacer lo que hicieron ellas: cerrar la puerta de una casa llena de recuerdos y abrir una nueva, en otra parte del mundo, con la esperanza de que allá, al otro lado, todavía exista un poco de paz.

    El último otoño de Sara es una historia de fe, de segundas oportunidades y también de cosas que no sabemos nombrar. Aquí, lo invisible también tiene voz. Lo extraño entra en la rutina como un huésped inesperado y lo inexplicable se convierte en parte de la vida cotidiana. Porque hay dolores que no vienen solos y hay preguntas que vienen del cielo.

    Esta novela nos muestra que hay fuerzas que no comprendemos, pero también amores que lo sostienen todo. Que en medio del miedo puede nacer la esperanza, y que incluso cuando ya no queda nada, puede empezar algo nuevo.

    Juan Carlos Valencia Cortés escribe con el corazón en la mano. Su prosa es cercana, honesta, sin pretensiones, pero con una profundidad que se queda contigo. El último otoño de Sara es un homenaje al amor que no se rinde, a las madres que hacen magia sin saberlo y a esas niñas que un día, contra todo pronóstico, vuelven a hablar.

    Pasa la página, te invito a que leas con los sentidos despiertos. Porque a veces, entre las sombras, también hay luz. Y a veces, el otoño no es una despedida… sino el comienzo de algo inesperado.

    Capítulo 1

    Parada frente a su ventana, jugaba a las muñecas y con lindo vestido de flores azules y fondo blanco, soñaba con subir a las nubes grandes y blancas que contemplaban sus ojos, su madre Ana la mira desde el sillón que hay en el salón, Sara con nueve años de edad, no puede hablar desde que tenía cinco años, perdió el habla, por algo que vio, y su madre Ana, en misterios la vio crecer, Ana es viuda desde que Sara tenía apenas un año de edad, su esposo murió muy joven, por causas misteriosas, su muerte ocurrió cuando estaba sentado en la banca del patio, la autopsia nunca dio pruebas de alguna enfermedad, murió con los ojos abiertos, y con el cuerpo en una posición bastante extraña, como si hubiera visto algo en los cielos, las manos en posición de defensa, y esclarecer el motivo de su muerte fue un misterio.

    15 de marzo de 2022.

    Sara y su madre Ana, después de entrar en un estado de crisis económica, deciden vender su rancho en el campo a los alrededores de Zaragoza valle (Colombia) y viajar a Europa, a tratar de vivir un nuevo episodio de su vida, mejor oportunidad para ella y su hija, ya que por el lado de Ana, pocos familiares tiene, y por el lado de Roberto fallecido, nadie más quiso volver a hablarle a Ana, después del fallecimiento de Roberto su esposo, así sin dejar apegos ni nada que las detenga, hacen su proceso de diligencias, al averiguar por una página de latinos en Francia, logran hablar con Juan Carlos Valencia, un colombiano que lleva en ese país un poco más de diez años, soltero y con cuarenta y nueve años de edad, decide guardar una habitación para ellas, que tienen su llegada el 21 de ese mes de marzo, y se llaman.

    —Sí, señora, claro que sí, su habitación está disponible, es en las afueras de la Francia, pero no es demasiado lejos para ir a París, es el campo y les será de provecho para usted y su niña —dice Juan Carlos.

    —Gracias, señor Juan Carlos, de verdad que vi la ubicación y me parece perfecto el lugar, hay grandes parques y supermercados cerca, a mi hija Sara le va a encantar —dice Ana.

    —Mamá, espero que podamos ir pronto a París, quiero conocer muchos sitios turísticos —dice Sara en lenguaje de signos.

    —Sí, amor, pronto con la ayuda de Dios estaremos allá, si vieras, señor Juan, lo contenta que está Sara.

    —Sí, ojalá todo salga bien, ya estaremos en contacto, pasen un buen día y si hay algún cambio me avisa por favor.

    —Sí, señor, por el momento las cosas van bien, y sigue mi decisión de vivir en su apartamento, hasta luego y buena noche allá en Francia.

    10 de enero de 2014.

    Fecha en que muere misteriosamente el padre de Sara.

    —Hola, amor, buenos días, ¿cómo dormiste hoy, y cómo está nuestra bebé? —dice Roberto.

    —Buen día, corazón, yo dormí poco, la bebé pasó mala noche, no sé algo la alteró y estaba como asustada, no sé, me dio la sensación de como si hubieras salido y entrado varias veces en la noche, tal vez al baño o cocina —dice Ana.

    —No, amor, no me levanté sino una sola vez, y en esa vez, la niña y tú estaban totalmente dormidas, es más, yo te iba a preguntar sobre, si habías estado justo parada a mi lado de la cama en alguna ocasión en la noche, sentí a alguien a mi lado, sentí en mi cuerpo como una descarga eléctrica, o no sé, amor, tal vez fue un sueño.

    No sé, había en todo caso una presencia extraña en la habitación, también espero que solo sea mi impresión o una idea tonta.

    Ellos siguen en su charla matutina, mientras se van preparando un café, la bebé sigue todavía dormida, y cada uno en su mente, sabe que realmente sí pasó algo extraño esa noche.

    —Mírame amor el cuello, tengo algo ahí que me arde mucho —dice Roberto. —Sí, tienes un poco de piel como irritada o quemada, ¿pero quemado de dónde o por qué?

    —Creo que tal vez ayer que recibí tanto sol en el patio con el jardín que estaba arreglando.

    —Pero es muy extraño, sí, sé que tienes el cuello rojo del sol de ayer, pero este es un triángulo que sobresale en todo lo colorado del cuello, como cuando le hacen la marca con hierro y fuego a los caballos, el triángulo está bien hecho.—¿De verdad, mi amor, pero qué puede ser? O tal vez tallado de la almohada, puede ser.

    —Bueno, al menos no es grave, vamos a hacer el desayuno antes que despierte Sarita, ahí sí que no nos da tiempo de mucho, y tú vas a la oficina hoy, corazón, espero que hoy sea un día maravilloso para ti, corazón, yo te estaré esperando con un buen pollo al horno como te gusta a ti, y haré mi trabajo de bordado y cerámica.

    —Qué, bella, mi amor, cada vez estoy más enamorado de ti, vamos bien en nuestra relación de pareja, y luchar juntos para luego comprar una casa más grande.

    Mientras ellos siguen su amena charla y van desayunando, llora la niña bastante fuerte, y ambos dejan su desayuno y salen corriendo a la habitación. Cuando llegan, Sara está debajo de la cama, y la cama luce un poco en desorden.—Creo que las cosas no marchan bien, presiento que algo fuera de lo normal está invadiendo la casa —dice Roberto.

    —Parece, creo que a mí también me sucede lo mismo, saquemos la niña de ahí debajo.

    Al sacar a Sara, la niña está como en un estado de pánico que dificulta su respiración, rápidamente ellos la sacan de la casa, y le hacen que tome un poco de aire fresco, Sara vuelve a un estado normal.

    —No sé qué está pasando en esta casa, hay algo, no sé si es cuestión de brujería u otra cosa —dice Ana.

    —Tal vez sean fantasmas o algo así, tenemos que hacer oración a Dios en la noche, y mirar que no traigamos cosas malas a la casa.

    Mientras tranquilizan a la niña, y Roberto sale a su trabajo apurado, Ana se queda haciendo las labores de la casa.

    —Bueno, menos mal que Sara se volvió a dormir, espero que las cosas se tranquilicen aquí, ya estoy un poco nerviosa, pero tendré que calmarme lo más que pueda.

    Todo sigue sobre el día en normalidad, Ana con Sara en sus labores y ya casi la hora en que Roberto sale del trabajo, 18:34 minutos, llega Roberto de trabajar, se abraza cariñoso con Ana, y rápidamente va a cargar a su nena Sarita, la cual al ver a su padre, también se pone feliz.

    —Amor, hice unos frijoles y un guiso delicioso, carne de cerdo frita y tajadas maduras, ensalada y jugo de guayaba —dice Ana.

    —Mmm qué rico se escucha, ya voy a darle un vistazo a la cocina, pero mientras tanto, voy a ducharme un poco, corazón.

    —Puedo entrar contigo a estregarte un buen rato jajaja.

    —Claro, corazón, será un placer.

    Entran a la ducha, aprovechando que su nena duerme un poco, y ellos allí se envuelven en un juego entre burbujas de jabón y pasión, están muy enamorados y hasta el momento han mostrado ser fieles en el amor, luego de aproximadamente media hora, salen y preparan la mesa para cenar, la niña que está ya despierta, la ponen en medio de los dos en coche de bebé.

    —Hermosa nuestra bebé, estoy muy feliz de haber encontrado una buena esposa y ahora, una linda bebé que nos hará sentir más felices.

    —Espero, mi amor, que te guste la cena, la receta de frijoles de mi madre, ya luego tomamos un poco de té y así podemos dormir mejor.

    Ellos terminan la cena, Ana se va a preparar la cama para la bebé y para ellos, y quedan en que cuando la bebé se duerma van a estar un rato sentados en el patio, en una cómoda banca que hicieron entre los dos.

    —Bueno, amor, voy a preparar el té, y nos vamos un ratito para el patio, ya activé la cámara de vigilancia de la habitación, por si la niña se despierta —dice Ana.

    —Ok, mi amor, yo también voy a preparar lo del trabajo de mañana y luego nos vemos afuera.

    Ellos alistan todo en su habitación y luego salen a la media luz de la luna, al fresco aire del cálido clima tropical, con un té servido y sus vidas por contar, se sientan tranquilos en la banca, luego de dos horas de tranquilidad y charla amena, de un momento a otro, llega un viento caliente y una sensación de incomodidad en el ambiente.

    —Amor, ¿no has notado un raro ambiente en el aire, un estado pesado?, me siento un tanto incomoda aquí afuera, vamos, corazón, yo tengo deseos de volver adentro —dice Ana.

    —Sí, también sentí lo mismo, pero quiero estar otro poco aquí afuera, tengo cosas para reflexionar y arreglar asuntos del trabajo.

    —Bueno, corazón, yo sí quiero entrar, nuestra hija tal vez despierte, te veo adentro.

    Luego de que Ana se va para la habitación, Roberto enciende un cigarrillo, se queda afuera, a pesar del ambiente pesado, él está solucionando problemas laborales en su agenda, un árbol de samán que está en su patio, se refleja de una luz naranja, él se queda perplejo con tal visión, pero sigue allí, sentado un poco turbado por la luz, cuando trata de levantarse de su banca, le es imposible, algo lo detiene y paraliza su cuerpo, y un cuerpo estaño y luminoso de color naranja se aproxima a Roberto, su vaso cae y se vuelve pedazos, Ana desde su habitación, escucha que un vaso de vidrio se ha quebrado, sale corriendo hacia el patio.

    —Roberto, Roberto —exclama Ana.

    Ana se desespera y corre hacia Roberto, llamando repetidamente y lo ve de una manera muy extraña, sentado en la banca, los ojos abiertos, y mirando hacia arriba, lo mueve de un lado a otro, y él sigue allí sin respirar, su angustia sube más, cuando ve que Roberto no da señales de vida.

    —Roberto, mi amor, despierta por favor, no nos hagas esto por favor, mi hija y yo te necesitamos, Roberto, reacciona te lo ruego.

    Después de ver que Roberto no reacciona, deprisa va por el teléfono, y llama por urgencias a una ambulancia, en cuestión de veinte minutos llega por fin la ambulancia con los médicos, le hacen algunas preguntas a Ana y muy rápido se lo llevan y Ana va con su bebé al lado de su esposo.—¿Señora, qué le sucedió a su esposo? —pregunta Miguel, el médico.

    —No sé, señor, estábamos ahí sentados, después de comer y quedamos de estar un poco en la banca del patio, después de dos horas, yo le dije que me iba a entrar por mi bebé a ponerle cuidado, él se quedó allí, y luego escuché que dejó caer un vaso de vidrio en el que tomaba un té.—¿Notó en él algo extraño después de cenar?

    —No creo porque comimos lo mismo, y no vi ningún problema de indigestión en él, ¿pero cree señor que mi esposo esté vivo, o pueda sobrevivir a este problema? Lo veo muy mal, al punto de creer que está muerto.

    —No puedo dar ningún diagnóstico ahora apresurado, hay que esperar a hacerle un chequeo más preciso, ya llegamos, señora, tenga calma, la ayudamos si quiere, con su bebé.

    —Tranquilo, yo me encargo de mi niña, solo les pido que lo atiendan rápido por favor.

    Entran con Roberto a la sala de emergencias, le hacen todo lo posible por revivirlo, pero el médico ya sabía la real situación, hacen el procedimiento que se debe hacer por cumplir sus funciones, luego el médico sale a la sala de espera a dar las noticias a Ana, que ansiosa espera la respuesta del médico encargado.

    —Señora Ana —dice el médico.

    —Sí, doctor, soy yo ¿cómo está mi esposo?

    —Lo siento, señora, su esposo prácticamente llegó aquí sin vida, llevamos un procedimiento, cumplimos con lo que debemos hacer, pero cuando entré, ya estaba muerto, lo siento de nuevo, señora, la pondré en contacto con el encargado de preparar a su esposo y que el médico forense lo revise a ver cuál fue el motivo del fallecimiento, lo único que puedo aportar realmente, señora, es que parece que hubiera muerto como aterrorizado, como si hubiera visto algo espantoso, no estoy diciendo que ese sea el motivo, pero es mi punto de vista, señora, lo siento mucho, si necesita algo más de mí, con mucho gusto estaré dispuesto a colaborar.

    —Gracias, doctor, tendré en cuenta lo que me dijo, voy a llamar a su familia y me pondré a realizar todo lo correspondiente al papeleo.

    Ana con el corazón destrozado y con su nena en sus brazos, las lágrimas en los ojos y sin saber qué hacer, llama a la familia de Roberto, los cuales van rápido al hospital y se ven con Ana, y hacen el proceso de lo correspondiente después que el médico forense dé el informe

    Ana se queda pensando en lo que el médico le dijo, y también ella había pensado lo mismo, la forma como estaba Roberto, era como si hubiera visto algo horrible, horroroso, pero ella deja esa cuestión para ella, y no quiere involucrar a la familia de Roberto en el tema.

    —Ay, Ana, qué dolor tan grande siento, mi hijo, el más juicioso de todos, me había prometido que en un mes íbamos todos a pasear al llano, mi alma se está cayendo por pedazos —dice la mamá de Roberto.

    —Señora Cecilia, así estoy yo, dos horas antes, nos bañamos juntos, hace rato no lo hacíamos, cenamos y compartimos en el patio un té y estuvimos ahí dos horas, luego me fui a ver a la bebé, pero él no quiso entrar a la casa, porque tenía unos asuntos que pensar sobre el trabajo que estaba haciendo, luego escuché que algo se quebró y salí corriendo a ver qué pasaba, y lo vi ahí, prácticamente ya muerto, pero aun así no perdía la esperanza de que lo pudieran revivir en el hospital, pero el médico me dijo que ya había llegado muerto, es una pérdida muy grande, yo creo que no va a ser fácil para ninguno, ni para ustedes su familia, ni para mí que vivía con él y lo amaba demasiado, no como lo ama una madre, pero sí mucho, ¿y mi hija cuando pregunte por su padre, qué le voy a decir? Va a ser difícil enfrentar la muerte de Roberto con mi hija, mientras crece no puedo comentar el asunto con ella.

    —Sí, es difícil el asunto de Roberto mi hijo, todavía no salgo del asombro de lo sucedido —dice Cecilia.

    Ana y Cecilia, muy abatidas por el fallecimiento de Roberto, están ahí en el hospital, mientras trasladan el cadáver de Roberto a la morgue del hospital, el resto de familia no se habla con Ana y están retirados, también con un gran dolor, luego llega el médico encargado del asunto de atención a la llegada de Roberto.—Señora Ana, señora Cecilia, yo creo que es mejor que se vayan a descansar un poco, aquí ya no hay nada más que puedan esperar, el resultado del médico de la morgue sobre la muerte del señor Roberto, se demora un par de días, ya les vamos a informar para que vengan por los resultados, ánimo y fortaleza, Dios les dé consuelo y fortaleza en estos momentos de duelo —dice Sergio, el médico.

    —Gracias, doctor, realmente necesitamos esa fortaleza y tranquilidad para afrontar estos momentos, estar con Roberto bien, y de un momento a otro ya saber que no podrá estar con nosotros, me llena de temor, tristeza y desconsuelo, todavía no salgo del asombro de esta trágica pérdida, gracias, doctor y estaré atenta a su llamado para los resultados, pase una buena noche.

    —Gracias, doctor, por su ayuda, buena noche —dice Cecilia.

    Cecilia y Ana con su bebé, salen del hospital muy angustiadas, y la señora Cecilia le ofrece a Ana que se vayan con ella por esa noche al menos, para estar acompañadas, Ana le acepta de ir con ella.

    —Gracias, señora Cecilia, de verdad que no quiero volver a la casa esta noche, después de todo lo que sucedió me siento aterrorizada y muy llena de angustia. —Yo lo sé, nos hace falta la compañía mutua en estos momentos, no le prestes atención por mis hijas y los muchachos, ellos a veces en su juventud no entienden las cosas de la vida, siéntase tranquila, dormiremos está noche juntas con la bebé, así estaremos más acompañadas —responde Cecilia.

    —Gracias, señora Cecilia, me siento mejor con su apoyo y cariño.

    Esa noche logran estar juntas y así hacerse compañía, y aun así Ana no puede dormir tranquila, la bebé sí duerme bien, y Ana se da cuenta que la señora Cecilia ha pasado toda la noche llorando por la muerte de su hijo, va y se acuesta al lado de ella y la abraza y la consuela, y logran ambas quedarse dormidas, después de una larga noche de angustia y sin poder dormir.

    11 de enero de 2014.

    Nueve de la mañana, la bebé despierta con un llanto suave, y hace que Ana y Cecilia se despierten también, y Ana cae en cuenta de que no trajo los alimentos para la bebé, su leche materna ya ha cesado.

    —Oh Dios, señora Cecilia, solo empaqué anoche la leche que se tomó la bebé anoche, y no quedó nada —dice Ana.

    Capítulo 2

    —No quedó nada para hoy voy a ir rápido al supermercado que queda a cinco minutos, ya vuelvo, señora Cecilia —dice Ana.

    —Dale, Ana, yo cuido la niña y mientras tanto le daré un poco de agua. Ana sale rápido al supermercado y logra encontrar la leche que su bebé toma, regresa a casa de la señora Cecilia, y encuentra a la señora Cecilia tirada en el suelo y la niña está en la cama, se va hacia la señora Cecilia a ver su estado, y qué le pudo haber pasado.

    —Señora Cecilia, señora Cecilia, que le pasa, despierte, ya estoy aquí. La señora Cecilia comienza a reaccionar, poco a poco, lo hace con una forma extraña en su mirada, como con algo de temor.

    —¿Mija sí vio lo que yo vi? No sé, yo estaba aquí con la niña, casi que me dormía, y cuando estaba a punto de cerrar los ojos, algo apareció en una luz naranja y sentí un fuerte impacto como de electricidad, y creo que es lo último que pude ver, o tal vez sea tanta tensión y angustia que me ha hecho ver y sentir esas cosas, no sea que me esté volviendo loca, por favor no le diga a nadie lo que le acabo de decir, Ana —dice Cecilia.

    —Tranquila, señora Cecilia, puede ser el cansancio o tantas cosas que nos han sucedido, no puedo decir que no sea cierto lo que vio, tantas cosas que existen en el mundo visible e invisible, que uno ya no sabe qué se le pueda presentar a una, voy a traerle un poco de agua, ya regreso y de una vez, preparo el tetero y compotas para la nena.

    —Gracias, mija, primero la nena que debe de tener mucha hambre, vaya tranquila que ya estoy mejor —responde Cecilia.

    Ana va a la cocina y pone un agua a tibiar para hacerle un tetero a la bebé, y regresa al cuarto con un vaso de agua, y al entrar, la señora Cecilia está con los ojos cerrados, y suspendida en el aire, Ana del susto que le da, deja caer el vaso con agua al piso, este ruido hace que la señora Cecilia caiga de su levitación y se despierta.

    —¿Qué le pasa, mija? Estás tan nerviosa que has dejado caer el vaso con agua, debe de ser el cansancio por no dormir, en la cocina hay una escobilla y recogedor, para que recojas por favor los vidrios, parece que hubieras visto un fantasma, estás pálida.

    —¿Señora, se siente bien? Señora Cecilia, debemos descansar mejor, creo que este suceso de Roberto y la falta de dormir nos están haciendo ver y sentir cosas raras.

    Yo creo, señora Cecilia, que debo ir a casa, tengo mis animales y aves que debo alimentar.

    —Claro que sí, mija, te voy a llevar a casa, no mejor le pido el favor a Marina mi hija, ella te puede llevar, yo no me siento nada bien para conducir vehículo.

    —Sí, señora, descansa bien, si tu hija me lleva, así tú te quedas tranquila.

    Ana se va con la hija de la señora Cecilia, y la señora Cecilia se queda dormida, doce y media del mediodía, llegan a la casa de Ana, se despide tristemente de la hermana de Roberto, e inmediatamente se pone a llorar desenfrenadamente, se va a recostar en la cuna a la bebé, que llegó dormida y luego dar alimento a los animales y aves, recorre toda la casa, y no para de llorar, se va y se sienta en la banca donde murió Roberto, y lo que hace es imaginar cómo pudo haber muerto, qué le pudo haber pasado o algo que haya visto, y comienza a relacionar los hechos también ocurridos en la casa de doña Cecilia.

    —Creo que una extraña fuerza sobrenatural es la culpable de la muerte de Roberto —se dice—, la misma que sentimos la noche anterior a su muerte, y la misma que estuvo presente en casa de la señora Cecilia, brujas no creo, creo que estos son seres de otros planetas, pero no son buenos, o no sé qué pasó con Roberto, si los atacó o simplemente del susto al verlos, le dio un infarto, solo espero que no nos hagan daño a mí y a mi bebé.

    Ana reflexiona sobre el asunto sobre la muerte de Roberto, y las extrañas presencias, una semana después de la muerte de Roberto, y de tanto esperar los resultados del forense, se da cuenta Ana de que su esposo murió de un infarto, según el médico forense, fue un momento fuerte, o sea de ver algo impactante.

    Después de la muerte de Roberto, Ana tiene derecho a un seguro de vida muy bueno, que al menos les puede dar una tranquilidad por algunos años a ella y a su hija, la madre de Roberto quedó muy afectada por la muerte de su hijo, y no pudo volver a su estado normal, siempre andaba con temor y paranoica, al tiempo Ana tuvo muchos problemas con la señora Cecilia, porque la señora Cecilia quería quedarse sin motivo alguno con Sarita, que ya iba creciendo muy hermosa y saludable, los sucesos extraños no continuaron en la casa ni en la vida de Ana y su nena por lo menos hasta que la niña iba a cumplir cuatro años de edad.

    16 de marzo de 2022.

    A Ana recién le llegan en la mañana los documentos ya de viaje, con la fecha al 21 de marzo, viaje a París, al abrir los documentos, se pone muy contenta y esto también se pone muy contenta Sarita, comienzan a organizar todo para su pronto viaje.

    —Hola señor Juan, buenas noches allá en Francia, quería darte a conocer mi situación con respecto al viaje, me ha llegado el sobre con toda la información sobre el viaje de mi hija y yo —dice Ana.

    —Qué bien, señora Ana, precisamente hoy estuve haciendo un poco de pintura en su habitación, haciendo un aseo bien a profundidad, me alegro mucho de que por fin tiene los documentos del viaje.

    —Sí, señor Juan, mi Sarita está muy contenta, ya quiere estar allá jajaja, yo también, señor Juan, el viaje está confirmado para el 21 de marzo, llego al aeropuerto Orly a las 18 horas y 20 minutos.

    —Qué bien, señora, apenas el horario, ya que me da tiempo de salir del trabajo, y luego ir por ustedes.

    —Bueno, señor Juan, no le quito más su tiempo, espero que puedas pasar una noche muy bonita, ya se imagina la felicidad de Sarita, gracias por guardar la habitación.

    —Sí, señora, yo tengo palabra, y soy muy responsable, gracias a ustedes también, hasta mañana y espero que pasen un buen día, ya estaré pendiente de alguna otra información.

    —Hasta pronto, señor Juan, así quedamos.

    Ana y Sarita salen muy bien contentas a celebrar su ida a Europa, van a comer afuera, y la lleva a un centro comercial a entretenerse un poco, mientras Ana, comienza a hacer planes de dónde guardar o vender algunas pertenencias, pasa el día y parte de la tarde, y regresan casi anocheciendo a casa.

    —Amor, voy a preparar unas palomitas de maíz y un sándwich para que comamos en el patio, la noche está clara, y así mientras yo preparo, tú vas a jugar al patio, te amo mucho, mi nena hermosa —dice Ana.

    —Yo también, mamá, te amo muchísimo, y luego de entrar del patio más tarde, me lees un cuento, mamá—responde Sara en lenguaje de señas.—Claro que sí, corazón.

    Ana se va a la cocina a preparar comida, y Sarita sale al patio a jugar con sus juegos que hay allí, han pasado unos veinte minutos desde que Ana está preparando sus alimentos y Sara juega, pero de un momento a otro, un viento fuerte irrumpe en la casa, golpeando fuerte las puertas y ventanas que no estaba cerradas, pero lo más extraño que sucede, es la manera como Ana al salir al patio a ver a su nena, la encuentra de una forma muy extraña, debajo de una mesa que hay afuera, muy asustada, y mirando hacia el cielo, como si hubiera visto algo espantoso.

    —¿Qué tienes, mi niña? Ven entra que este viento está muy fuerte, mientras se aplaca un poco, ya luego salimos a comer —le dice Ana.

    Por más que Ana le habla a su hija en lenguaje de señas, Sara, debajo de la mesa, le hace señas de que algo muy feo vino del cielo.

    Ana corre rápido y la saca de debajo de la mesa, la abraza y la lleva dentro, luego en cuestión de unos cinco minutos, el fuerte viento se calma, se hace bonanza y serenidad completa, Ana por su parte, sigue interrogando a su nena.

    —Amor, ¿qué fue en realidad lo que viste, fue algo parecido a lo que viste hace cinco años atrás? —pregunta Ana.

    —Sí, mamá, es muy horrible, me da miedo, mamá.

    Ana nuevamente abraza fuerte a su hija y no puede evitar llorar, viendo el temor de su hija y sus lágrimas en su pequeño rostro, Ana se queda reflexionando sobre el tema, y hace conjeturas y relaciona todos los acontecimientos, desde la muerte de su esposo, hasta la pérdida del habla de su hija, y lo que acaba de suceder.

    —Ahora entiendo todo relativo todo lo sucedido, hay presencias no humanas en esta zona, y tal vez no sean malos, pero esto ha generado desgracia en la vida de mi familia, he perdido a mi esposo y mi hija no puede hablar, realmente es necesario que viajemos a Europa, tal vez allá ya no nos sigan, le daré animo a mi hija y saldremos al patio a comer y jugar como si no hubiera pasado nada —reflexiona Ana.

    Ana ya tiene todo dispuesto para ir al patio, se va a dar ánimo a su hija, le habla de la palabra de Dios en una vieja biblia Reina y Valera que tiene hace años.—Bueno, mamá, Dios nos va a proteger, gracias, mamá, prométeme que no me vas a dejar nunca —dice Sara.

    —Te lo prometo, mi vida, no te dejaré nunca, Dios nos ayudará, y sé que pronto recuperarás el habla, vamos, mi corazón, se nos enfrían los sándwiches y las palomitas de maíz —responde Ana en lenguaje de signos.

    Salen con tranquilidad al patio, Sara por su parte, aún mira de vez en cuando al cielo, y siguen cenando, luego juegan juntas y casi a la nueve de la noche, agotadas, se van a duchar y antes de dormir, Ana le lee uno de los cuentos preferidos de Sara.

    —Gracias, mamá, hasta mañana —dice Sara.

    —Hasta mañana, corazón, duerme bien —responde Ana.

    16 de marzo de 2022.

    Llega la mañana, Sara de la emoción de estar contenta con el viaje, se despierta muy rápido, a las seis de la mañana, se va para la cocina a preparar café para ella y su madre, luego regresa a cama, y sorprende a su mamá con una rica taza de café. Le hala la cobija, y su madre despierta y lo primero que ve, a su hija con una taza de café en su mano.

    —Gracias, corazón, por el café —dice Ana.

    —De nada, mamá, quiero ir hoy de nuevo al centro comercial, y comprar algo de ropa de primavera y verano —responde Sara.

    —Claro que sí, mi amor, después del almuerzo vamos, en la mañana tengo cosas administrativas que hacer, gracias, amor, por el café, qué delicioso te quedó.

    Ana y Sarita se quedan en la mañana en casa preparando desayuno, y Ana por su parte haciendo cosas administrativas, luego de un buen almuerzo, salen de compras y de paseo por algún buen parque.

    Así les pasan el día y la noche, y al despertar de un nuevo día, se dan cuenta de que algo estuvo dentro de su casa y dejó la puerta del patio abierta.

    17 de marzo de 2022.

    Ana se levanta primero para devolver el detalle del café a su nena, cuando llega a la cocina que justo de ahí se ve la puerta del patio de la casa, se sorprendió al ver la puerta del patio abierta, y ella sabe que ella la cerró en la noche anterior. —Qué rayos pasa aquí, entran y salen como si fuera su casa, bueno lo mejor que nos dejen tranquilas, que por lo menos no nos hagan daño, yo respeto su autoridad, su estado, porque no puedo enfrentar fuerzas que no conozco, pero no le diré nada a Sarita para que no se preocupe —dice Ana.

    Entra Ana a la habitación y Sarita duerme, la despierta con un tierno beso en su

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