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Pablo Diablo y la Supermáquina del tiempo
Pablo Diablo y la Supermáquina del tiempo
Pablo Diablo y la Supermáquina del tiempo
Libro electrónico76 páginas42 minutos

Pablo Diablo y la Supermáquina del tiempo

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Información de este libro electrónico

Pablo Diablo ha inventado una máquina del tiempo.Y su hermano pequeño, Roberto el niño perfecto, quiere jugar con él a viajar al futuro. ¿La curiosidad no puede ser en algunas ocasiones "peligrosa"? Una novela dividida en cuatro divertídismos relatos que demuestran la importancia de la imaginación y la creatividad.
IdiomaEspañol
EditorialEdiciones SM España
Fecha de lanzamiento15 jun 2014
ISBN9788467568004
Pablo Diablo y la Supermáquina del tiempo
Autor

Francesca Simon

Francesca Simon was born in the United States and attended both Yale and Oxford universities. A former journalist, she now writes full time. She lives in North London, England, with her husband, Martin, and her son, Josh

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    Pablo Diablo y la Supermáquina del tiempo - Francesca Simon

    Francesca Simon

    Ilustraciones de Tony Ross

    Traducción de Miguel Azaola

    Para mi hermana, Anne Simon,

    que me recordó

    nuestra máquina del tiempo

    1

    LA CAMINATA DE PABLO DIABLO

    Pablo Diablo miró por la ventana. ¡PUUAAAAAJJJJ! Hacía un día precioso. Brillaba el sol. Trinaban los pájaros. Soplaba la brisa. En el cielo luminoso flotaban unas nubecillas de algodón.

    ¡Qué mal!

    ¿Por qué no llovía? ¿O granizaba?

    ¿O nevaba?

    En cualquier momento, en cualquier segundo... iban a sonar las palabras que había estado temiendo, las palabras que daría cualquier cosa por no escuchar, las palabras…

    —¡Pablo! ¡Roberto! ¡Es hora de salir de paseo! –llamó su madre.

    —¡Yupiii! –gritó Roberto, el niño perfecto–. ¡Podré llevar mis nuevas botas de goma amarillas!

    —¡NO! –aulló Pablo Diablo.

    ¡Salir de paseo! ¡¡¡Salir de paseo!!! ¡Como si él no caminara ya más que de sobra! Iba andando al colegio. Iba andando a ver la tele. Iba andando hasta su ordenador. Iba andando hasta el tarro de los caramelos y encima volvía andando al supercómodo sillón negro.

    Pablo Diablo caminaba un montón. ¡Sí señor! Y lo último que necesitaba era todavía más caminatas. Más chocolate, de acuerdo. Más bolsas de patatas fritas, vale. Pero ¿andar más? ¡De eso nada!

    ¿Pero por qué no podrían sus padres decir alguna vez: «Pablo, ¡es hora de jugar con el ordenador!», o «Pablo, deja de hacer tus deberes ahora mismo, que ya es hora de que pongas la tele»?

    Pues no. Por alguna razón, sus mezquinos y espantosos padres opinaban que pasaba demasiado tiempo metido en casa. Llevaban semanas amenazándole con hacerle participar en un paseo familiar. Y había llegado el momento temido. Su precioso fin de semana había quedado en ruinas.

    Pablo Diablo odiaba la naturaleza. Pablo Diablo odiaba el aire fresco. ¿Acaso había algo más aburrido que andar por las calles de un lado a otro, contemplando las farolas? ¿O que chapotear sobre el barro de algún parque absurdo? La naturaleza apestaba. ¡Puajj! Preferiría mil veces quedarse en casa viendo la tele.

    Su madre entró a grandes pasos en el cuarto de estar.

    —¡Pablo! ¿Es que no me has oído llamaros?

    —No –mintió Pablo.

    —Ponte tus botas de goma; nos vamos –dijo su padre–. ¡Qué día tan espléndido!

    —No quiero ir a pasear –dijo Pablo–. Quiero ver El Gladiador Exterminador contra el Luchador Desintegrador.

    —Pero, Pablo –dijo Roberto, el niño perfecto–, el ejercicio y el aire fresco te sentarán muy bien.

    —¡Me importa un rábano! –chilló Pablo.

    Pablo Diablo salió dando patadones en el suelo y abrió la puerta de la casa de par en par. Inspiró profundamente, dio

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