La Virgen del Chalet. La historia de un retiro en Albarrada

Prologo

Todo retiro tiene un halo de misterio y de descubrimiento. Todo retiro implica un volver a nacer, un volver a casa, un volver a los amores de la infancia. Pero ninguno como el que me tocó vivir el año 2015, donde rememoré anécdotas graciosas y entrañables de mi niñez y de mi familia. Pensé que iba a ser algo tedioso, un retiro en media jungla muriéndome de calor. Sudé, sí, y mucho, pero no fue para nada algo cansado. La naturaleza me despertó de mi letargo, me sorprendió como nunca lo había hecho. Ya esto hubiera bastado para volverlo extraordinario. Sin embargo, lo que realmente me trastocó fue regresar a mi vieja casa de la montaña y encontrarla en el estado que la encontré, y tropezarme con una imagen que nunca me esperé hallar.

No quise escribir una larga novela, sino una breve historia para reír, para enternecerse y para reflexionar. La entrego.

Las pesadas fotos del Chalet, de Albarrada, de Capeira y de la fantástica imagen no constan en este ebook, pero al final ofrezco links para encontrarlas en internet.

LA VIRGEN DEL CHALET

>> Primeras impresiones <<

Dentro de lo que recuerdo, la primera vez que oí de Albarrada fue a los siete u ocho años de edad. Estaba yo en una diminuta piscina para niños de azulejos intensamente azules, que mis padres tenían en el chalet de Capeira. Mi madre señaló en medio de dos enormes árboles. A esa edad todos los árboles me parecían iguales y desconocía su nombre. Miren —dijo—, miren ahí: se ve Albarrada. El tupido follaje ocultaba una parte de aquella casa de tonos cremas y rojos, que se descolgaba en cascada en el cerro del frente. Era cierto, ahí había una casa. Vista la casa, continué chapoteando en el agua con mis infladores, ahogando a mis hermanitos, lanzando un pato amarillo al ojo de mi hermana y dedicándome a las cosas que de verdad importan a esa edad.

Varias veces fui al chalet de la montaña, que con los años fue ganando en encanto. Mis padres, recién casados y recién llegados al Ecuador, pusieron en esta casa todas sus ilusiones. Él, como arquitecto, había hecho el gran diseño de Lago de Capeira y había escogido el lugar que vio más apropiado para levantar un chalet maderado de dos pisos a manera de mirador. El chalet