Guerra de religión entre musulmanes
Marruecos y Jordania envían tropas de élite para ayudar a los saudíes en Yemen
jueves 03 de diciembre de 2009, 17:55h
La guerra abierta que enfrenta Arabia Saudita contra los rebeldes hutistas del norte de Yemen ha entrado ya en su cuarto mes. Un enfrentamiento armado con armas pesadas y trasfondo religioso: el sunismo islámico, respaldado en el wahabismo saudí, se enfrenta armas en mano contra el chiismo.
Hubo un primer brote de rebelión en la región yemenita de Saada en junio de 2004, pero fue sofocado por las tropas gubernamentales. En agosto de este año, los rebeldes hutistas se han vuelto a levantar contra el régimen de Sanaa, que se vio obligado a pedir ayuda a su vecino del norte Arabia Saudita. Los insurgentes hutistas quieren restaurar el imamato zaydita que reinó en el país hasta la revolución republicana de 1962.
La Yamaa al Huti ha proliferado sobre todo entre la población zaydita, una minoría que alcanza un tercio de los 20 millones de habitantes de Yemen, y que sigue las enseñanzas del chiismo, aunque se diferencia del rito duodecimano practicado en Irán.
El régimen yemení que lidera el presidente Ali Abdalá Saleh se ve obligado a hacer frente a esta rebelión sin el apoyo de Occidente, que le reprocha su flojera frente al terrorismo de Al Qaeda. La extrema fragilidad de las instituciones republicanas se puso de manifiesto durante la crisis generada por el asesinato de los siete turistas españoles en un atentado con bomba en julio de 2007, y la subsiguiente de los nueve turistas, siete alemanes, un británico y una surcoreana en junio de 2009.
Yemen se ha visto obligado a pedir ayuda al mundo árabe sunita, en particular a su vecino del norte Arabia Saudita. Pero el ejército saudí, el mejor equipado del mundo árabe con armamento y tecnología moderna, necesita combatientes experimentados. Tanto más que la guerra en su frontera meridional con Yemen no es de trincheras. Las tropas de la Yamaa al Huti, se parecen más a las guerrillas del Vietcong que a las de un ejército estándar. Lo que obligó a Ryad a hacer a su vez un llamamiento a los árabes para que le ayuden a sofocar la revuelta chiita.
Tanto Arabia Saudita como Yemen acusan a Irán de estar detrás de la rebelión que está poniendo de manifiesto la fragilidad del sistema político yemení, agudizado por la inminencia de la sucesión del presidente Ali Abdala Saleh, en el poder desde 1978. Su hijo, Ahmed Ali Saleh, que controla las fuerzas especiales y la guardia republicana, es su candidato frente a otras figuras del ejército contrarias a la herencia familiar del poder.
Según la mayoría de expertos árabes, la estrategia iraní consiste en crear focos de insurrección en diferentes lugares de la Umma islámica con el objetivo de debilitar la preponderancia del sunismo y el liderazgo de Arabia Saudita como custodio de los Santos lugares del Islam. Así han surgido y se han desarrollado con el apoyo de Teherán, Hezbollah y Amal en el Líbano, la brigada Al Badr y el ejército de El Mahdi en Iraq, así como una influencia creciente en el movimiento Hamas palestino y en sus Brigadas Al Kassam. Irán no escatima medios políticos, logísticos y militares para combatir a sus "enemigos" en la fe.
Aunque los países del Consejo de Cooperación del Golfo han dado su apoyo a Arabia Sadita en esta cruzada interna, ello no es suficiente. Jordania ha respondido enviando al frente antichiita 2.000 soldados de tropas especiales jordanas.
Mohamed VI, más discreto, ha salido en socorro de la familia saudí, enviando varios cientos de combatientes de élite, en su mayor parte paracaidistas y unidades de comandos formados al estilo Spetsnaz, capaces de hacer frente a la guerra de guerrillas en la frontera entre Arabia Saudita y Yemen, según informaciones facilitadas por los servicios de inteligencia occidentales.
No por casualidad, la decisión marroquí de prestar ayuda militar a los saudíes en su guerra contra el chiismo, coincide con un enfriamiento total de relaciones diplomáticas con Irán y con las denuncias hechas en Marruecos por el propio rey, como Emir de los Creyentes, contra los grupos chiitas "que no tienen lugar en el sunismo malekita imperante en Marruecos". El envío de destacamentos de élite al norte de Yemen es en definitiva una operación militar preventiva.